sábado, 11 de enero de 2014

Jardines de campo (Casa y Campo)

Los jardines de las casas en el campo ofrecen al paisajista todo un mundo de posibilidades. Si además tiene vistas a la campiña, el espacio se convierte en un lugar mágico donde se despiertan los cinco sentidos.

A la hora de plantear un jardín de campo es necesario observar determinados factores. El diseño debe tener en cuenta que suelen estar en lugares de vacaciones o de fin de semana, lo que influirá en la elección de las especies, el sistema de riego, los complementos o la iluminación. Si bien no existe un método concreto de diseño para los jardines de campo, sí hay ciertas ideas generales que se adaptan a todos los casos. Los elementos a utilizar son los mismos, aunque la disposición de cada uno dependerá de factores tan diferentes como la arquitectura, la funcionalidad, las preferencias y gustos de los dueños, o las condiciones geográficas. 
La arquitectura de la casa es una premisa básica de partida. Los jardines que se adaptan a la vivienda son muy agradecidos a primera vista. Se trata de ambientar el jardín con una idea de conjunto, utilizando materiales de la zona, colores determinados y texturas adecuadas a cada enclave, o también elementos arquitectónicos auxiliares en armonía con la casa (pérgolas, hórreos o fuentes). Puede darse el caso de viviendas con una arquitectura tan personal que el jardín apenas debe ser relevante.
El orden es un elemento básico en el jardín. La naturaleza es ordenada y el jardín de campo debe seguir esa constante. 

Se entiende por orden natural la colocación de especies de texturas afines, colores de una gama cromática similar y el uso moderado de plantas.

La luz en el jardín de campo actúa de comodín a la hora de seleccionar las plantas. Se pueden diseñar umbrías arboledas, bosquetes, zonas de sombra o espacios abiertos a la luz como los huertos, las rosaledas o los jardines de aromáticas.

Las entradas son el espejo del gusto de los propietarios. Es recomendable apostar por un diseño sencillo, con detalles ornamentales discretos y pureza en la línea general del diseño. Si la finca es de grandes dimensiones, una alineación de árboles en el acceso principal suele dar mucha presencia al conjunto.

Establecer una cierta barrera entre la campiña y el jardín propiamente dicho es necesario, siempre y cuando el espacio lo permita. Esto permitirá mantener una zona cercana a la vivienda con un diseño más elaborado y otra zona con una aire desenfadado y de campo.
Los jardines de reducidas dimensiones, como los de adosados en la playa o la montaña, deben estar estructurados de forma que la zona más atractiva del jardín sea la de más uso. Para ello se puede concebir un diseño a base de tonos de color estivales o de otoño, por ejemplo, utilizando flores de temporada.
En ocasiones, los cobertizos, casetas o zonas de aperos son una estupenda disculpa para poder tener una cabaña en el jardín. Los materiales y la terminación de la misma son muy importantes. Una idea es utilizar, por ejemplo, colores atrevidos como el azul, el cereza o el amarillo. Ten en cuenta que conseguirás un mejor resultado estético si pintas la cabaña al completo del mismo color.
Las rocas y los áridos en general son estupendos complementos para senderos, paseos, borduras o jardines de rocas. Utilizarlos con moderación en el diseño de paisajismo produce efectos sorprendentes. Es preferible colocar rocas de gran tamaño para que den verdadera sensación de roquedo natural.
Las especies más adecuadas para un jardín de campo son las de la zona. Sucede que no siempre son plantas fáciles de encontrar en los viveros. El paisajista le orientará sobre cada especie, su crecimiento o el lugar apropiado dentro del jardín.
Las cercas para el ganado pintadas de color blanco, verde o negro, resultan muy atractivas. Elige maderas resistentes a la humedad como, por ejemplo, el fresno, el olmo, la acacia, el enebro, el castaño o la encina.
Los detalles de agua en el jardín de campo conviene que estén construidos con materiales rústicos y resistentes. En climas fríos, los hielos suelen reventar frecuentemente albercas, piscinas y estanques mal construidos. La piedra natural, el hormigón armado y el ladrillo refractario son los materiales más resistentes a la intemperie.
Los elementos constructivos como escaleras, petos o muros de jardín deben estar construidos con materiales resistentes y morteros adecuados a cada clima. En ocasiones resulta más práctico construir muros de mampostería al modo tradicional (es decir, sin mortero) o zonas pavimentadas de piedra con junta de tierra.
Las tendencias de vanguardia en paisajismo de campo nos conducen hacia  la xerojardinería. Esto es, el diseño de jardines con bajo consumo de agua. Se basan en el empleo de plantas resistentes a las duras condiciones climáticas y, sobre todo, especies que se adapten bien al nuevo enclave.

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